Multipro y la patita de chancho
Del techo colgaba una pierna de cerdo. Unas cuantas gotas caían también. La condensación de un nosotros en invierno.
Era un patio trasero, no el mío. Uno de músicos. No soy una de ellos aunque tome clases de piano. Lo mío no es la música, es el miedo a la artritis. Es conectarme y dominar mis manos. Intentar disociar.
Me gusta la música, pero no la entiendo, la siento. Me gusta leer pero no soy escritora y en cuanto al humor me rió sí, pero ese no es mi terreno. Muchas veces incluso soy el origen de la broma y no me doy cuenta. Eso al parecer causa más risa y soy el blanco perfecto.
Se reían y harto. Un humor especificó y técnico. Sin sentido para mí. Supongo que era la improvisación, la desafinación. La verdad no lo sé y dudo alguna vez poder comprender.
Un código de humor privado, de clan. Mi clan es otro, el que se ríe del trabajo en terreno, del antropólogo inocente. Supongo que hay muchos clanes. Cada uno con su propio patio, su propio humor, sus propios tecnicismos incomprensibles para los otros.
Así como la pierna de cerdo entre las gotas en ese techo, en el grupo no era más que un chancho en misa…en corral ajeno. Pero la falta de compresión de esa sutileza de humor no impidió que bailara y que disfrutara viendo al Sr. Multipro, que sacaba como un mago de su sombreo, armónica, flauta, tango, samba, baile y risas, muchas risas.
El Sr. Multipro fue el personaje de la noche, un hombre enorme, de esos que inundan todo el espacio con el tamaño, con buen humor y animo. De esos que cautivan con la gracia.
Había varios otros con encantos, buenos músicos supongo y guapos, pero sólo él podía tener todo bajo la manga. La gran carta de la integración que permitió que de a poco también me riera aunque nunca sabré si de lo mismo. Me permitió olvidar la pierna del techo…eso si las gotas sudorosas no.