Del otro lado
Tengo una tendencia natural a estar siempre del otro lado. Tiendo a estar a favor de los otros. He cultivado una personalidad que se inclina por la defensa de lo que los viejos llamarían “las causas perdidas”.
Vivo en una zona residencial, en un barrio, de los pocos que quedan. Con iglesia, almacén, vagos, niños jugando, de esos con señora que barre día y noche la vereda. Es un barrio tranquilo, a veces demasiado, con recovecos y curvas. Espacios ideales para esconder los primeros besos.
A una cuadra de mi casa, si se le puede llamar así a una calle curva, se instalan casi todas las noches un grupo de travestis. Se toman la esquina con tacos, gritos, transparencias y piropos. Cada noche paso por ahí. Obviamente los piropos y guiños nunca son, ni serán para mi. Pero en mi caminata un poco acelerada las miro de reojo con ganas de registrar todo lo que puedo. En la retina me queda un par de medias, una cartera, un detalle de vestido, pero ellas ni notan ni se inmutan por mi presencia. Les llegó como al ombligo. Todas altas y subidas en los tacos ni me ven, ni me sienten.
En uno de estos días que quedan de verano llegaba a mi casa. Por supuesto estaban ellas y además había un hombre en el paradero, me llamó la atención, pero seguí caminando. Cuando lo pasé, sentí que comenzó a caminar atrás mío. Me dio miedo y caminé más rápido sacando de mi bolso las llaves para entrar lo antes posible. Lo sentía cerca y casi al llegar a la puerta del edificio, intentando abrir como en las películas con el llavero tiritón, sentí unos pasos más acelerados que venían en mi dirección. Un taconeo fuerte que me aterró. Ya me veía yo forcejeando con un ladrón por mis pocas pertenencias.
Abrí la reja, entré y la cerré. Pero como soy del tipo curiosa, no subí, me quedé ahí, en el pasillo oscuro para ver que pasaba. Total la reja me protegía. Unos segundos y me di cuenta que el origen de esos pasos no era el hombre si no una chica. Una chica de un metro ochenta con tacos altísimo, rubia y vestida de enfermera.
Le pregunté si le pasaba algo y ella me contestó que habían llegado los pacos. Sin dudarlo un segundo, le abrí la puerta y la hice pasar para que no la pillaran. Así terminé con ella, con Carla, en el loby del edificio, las dos escondidas, sin luz, esperando que los pacos no nos encontraran. Me confidenció que la ganancia de ese día estaban destinada a unos zapatos nuevos que la tenían loca. Como buenas chicas conversamos de ropa, de dietas, eso si de hombres nada. Pasaron los minutos y se fue, me dejó un beso en la mejilla, un par de datos de ropa y una asesoría relámpago de mi look.
Prendí la luz, subí las escaleras y me refugié en mi propio otro lado, donde por unos momentos la eche de menos...después pasó y desde mi ventana la imaginé nuevamente lanzando carcajadas y piropos a esos hombres de los que no hablamos...
15 Comments:
Cristina encuentro muy interesante lo que lei, creo que eres una buena escritora, me gusta mucho conocer màs de tu vida ya que en el trabajo no tenemos mucho tiempo de conversar, te agradezco tu apoyo con lo de mi papá.
Un beso.
Carolina y Belencita.
Por Dios!!! Qué buena historia, qué entretenida, qué bien contada. Piti, quedé con el alma en un hilo, incluso al final me dio un escalofrío, de esos que vienen cuando algo te llega al alma, el corazón y la mente al mismo tiempo. Ojalá algún día pueda escribir aunque sea sólo una historia tan buena y tan bien contada.
Te pasaste, Piti, super entretenida. Son super amorosos los gay y los travestis, es más, croe que los gays son los mejores amigos de nosotras las mujeres; uno recibe opinión de hombre y de mujer a la vez. Yo conozco hartos. Tengo una amiga (que es mujer de verdad, no transgénero) que trabaja con travestis y me dice que es lo mismo que hablar con una mujer, lo único que no te dicen es que "se enfermaron"...ja, ja, ja! (que conste que tú me pediste que incluyera ésto acá en tu blog)Trini :)
Felicitaciones por tan buena mano que tienes para escibir. Estoy orgullosa de haber tenido la oportunidad de aprender de alguien con un talento tan inmenso como tu. Son pocas las historias que uno no puede para de leer, pero tu logras conquistar a los lectores con tu estilo.
Gracias por ensenarme a mirar mas detalladamente a mi alrededor.
Nikki
que simpática historia.
piti, realmente me me hiciste acompañarte, era como estar ahí contigo, cagándome de miedo por esos pasos tantas veces imaginados en las noches santiaguinas. y esa amistad encubridora, solidaria, intensa, maravillosa que se hace en esos tipos de encuentros casuales, no se olvida, en donde dejamos de ser "cada una con sus mochilas" para simplemente ser.
gracias por abrir la puerta de tu historia.
un beso, xuxurla
Piti:
Esta historia amerita plagio descarado.
ESM
Piti me encanto la historia. No dejes de escribir.
esta muy bueno esa crónica, es como SAntiago en 100 palabras,
o sea , si eso fuera un cuento y lo leyera en el metro, sería el que más me gustaria, tendría el primer lugar,
El relto logra graficar las emociones, como por ejemplo la mano tiritona con los sonidos de los pasos atrás...
D. V.
Me tinca que puede ser el mismo barrio en que yo iba a un gimnasio. Onda 8 pm, salíamos y estaba siempre una chica rubia espectacular. Tanto pasar y pasar por ahí, ni lo pensaba, le decía hola con mi mejor sonrisa y ella empezó a respondernos igual. Para qué tanto escándalo? Si cada cual tiene su vida. Es su pega, y disculpenme, muchas señoritas y señoras van de puta por la vida cambiando cama por favores varios y no tienen empacho en definirse como decentes y correctas. Me parece mucho más chueco, manipulador y ambiguo.
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